La legislatura del Spaghetti Western

El comienzo de la nueva legislatura suena a música de Ennio Morricone, pero no en su versión más bella de “Cinema Paradiso” o “La Misión”, sino en la de los clásicos del Spaghetti Western como “Por Un Puñado de Dólares” o “La Muerte Tenia un Precio”. Porque el panorama político en el que nos adentramos se asemeja mucho al de la Italia de los últimos años y los actores comienzan su andadura como cowboys solitarios con la mano cerca del revólver, prestos al disparo para asegurar su supervivencia.

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Si algo quedó claro anoche tras el recuento es que, a diferencia de otras ocasiones en las que todos lo eran, en esta ninguno ponía cara de verdadero ganador. En los rostros de los líderes políticos se adivinaba, con distinto grado, un gesto de desencanto, de expectativas incumplidas, de amargor aunque fuesen los mejores resultados de algunos en su historia.
El Partido Popular fue el vencedor de las elecciones, eso es claro. Con independencia de haberse dejado por el camino 63 actas de diputado, y sobre todo olvidando que estamos en una democracia parlamentaria, los 123 escaños y más de 7,2 millones de votos le bastan a Mariano Rajoy para repetir como un mantra que es la lista más votada y que es a él al que corresponde formar gobierno. Sin embargo en las celebraciones del balcón de Génova no estaba el horno para demasiados bollos. Por la sencilla razón de que son conscientes de que, una vez confirmado que Ciudadanos no se ha consolidado como alternativa clara de centro derecha, la falta de dialogo con el resto del arco parlamentario en los últimos cuatro años ahora les va a pasar factura, y va a ser bastante elevada. Solo había que ver la cara de Esperanza Aguirre o las declaraciones de Aznar de hoy para saber que Rajoy no va encontrar paz fácilmente en su propia casa.

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El caso de Ciudadanos es quizás el más claro de frustración. El partido de Albert Rivera ha demostrado cómo las campañas sí que sirven para cambiar la opinión de los electores o para mover a los indecisos de una posición a otra. Porque el viento de cola con el que comenzó la campaña para Ciudadanos, en los últimos ocho días de la misma se convirtió en un huracán en la cara gracias a declaraciones extemporáneas en unos casos, o simplemente inaceptables en otros, que les ponía en situación de pedir la hora al árbitro para que acabara el partido cuanto antes y tener las menores bajas posibles.
Para el otro de los representantes de eso que se ha llamado la “nueva política” (nótense las comillas), Podemos, el resultado es inapelablemente bueno. Sesenta y nueve escaños y casi 5,2 millones de votos es un resultado extraordinario para una formación con menos de dos años de vida y les sitúa en el centro de la política nacional. Sin embargo, a pesar de los canticos de la noche electoral, los saltos en la Plaza del Reina Sofía y el rap-discurso de Pablo Iglesias, se podía notar que se habían frustrado sus esperanzas de ver materializadas las encuestas en las que ellos aparecían como segunda fuerza política tras el ansiado sorpasso a los socialistas. No fue así, y veintiún diputados de diferencia con el PSOE y cincuenta y cuatro con el PP sitúan aún lejano el horizonte del fin del bipartidismo. Lejano, pero no inalcanzable.

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Porque si hubo un partido en el que la preocupación se esconde tras las sonrisas es el PSOE. Los 90 diputados logrados por Pedro Sánchez son en principio un buen resultado que permite mantener al Secretario General a salvo de nuevos ataques que pongan en cuestión su liderazgo y vender que, a pesar de ser el peor resultado de la historia del partido, el PSOE sigue siendo la principal fuerza de la izquierda española.
Sin embargo, el resultado solo es bueno en principio. Lo que se esconde realmente tras esa cifra de 90 diputados es una situación endiablada en la que los escenarios posibles no dibujan un panorama alentador para el PSOE.
El primero de esos escenarios es el de permitir que el PP forme gobierno, no con un pacto en una “Gran Coalición” porque eso sería como insultar a la cara a sus votantes, pero si mediante una abstención en la votación de investidura de Mariano Rajoy (o quien sea del PP, que no se puede descartar nada). Cualquier movimiento que hagan los socialistas que no sea una meridiana negativa a que el PP ocupe de nuevo la Moncloa es una condena segura a repetir la historia del su primo griego, el PASOK.
El segundo escenario es de votar negativamente a la investidura de Rajoy (o quien sea del PP) sin contar con los votos necesarios para intentar formar gobierno después. Esto obligaría a repetir elecciones en mayo, y con poco miedo que se meta en el electorado desde fuera, los resultados solo podrían ser excelentes para el PP porque ganaría las elecciones y soberbios para Podemos porque habría sido capaz de fagocitar al PSOE como ya hizo con Izquierda Unida, el objetivo que más atrae a Pablo Iglesias, por encima mismo del de Gobernar.
El último de los escenarios, el pacto con Podemos, es el más lógico de todos, el más realista posible, pero no por ello el menos peligrosos para el futuro de los socialistas. Porque un pacto con Podemos desatará de forma casi segura una batalla interna dentro del PSOE entre los que apoyen el pacto y los que se niegan en redondo a pactar nada con Podemos por suponer un peligro para la unidad territorial de España. A pesar de que una gran mayoría de los votantes de Podemos ha dado su confianza al partido de Iglesias por sus propuestas en materia social o de regeneración, la insistencia de Pablo Iglesias reivindicando el llamado “derecho a decidir” como condición irrenunciable para sentarse a negociar con el PSOE es una de las pistas que hacen observar el comportamiento de Podemos como más dirigido a acabar con el PSOE que a participar en la gobernación del estado.
Como ocurre en el duelo final de “La Muerte Tenía un Precio”, ¿cuando acabe la música del reloj habrá un Eastwood que acuda en ayuda del PSOE?

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Hacia un Tratado de Libre Comercio entre EE.UU. y la UE.

Desde hace varios meses la agenda informativa viene recogiendo de manera habitual menciones a las negociaciones que se están llevando a cabo para la aprobación de un tratado de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, también conocido como TTIP.

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El TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership) tiene por objeto, como todos los tratados de este tipo, eliminar o reducir las barreras comerciales existentes entre ambos bloques económicos, creando así la zona de libre comercio más importante del mundo. Hay que tener en cuenta que entre EE.UU. y la Unión Europea suman cerca de la mitad del PIB mundial, llegando al 30% del total de los intercambios comerciales que se realizan en todo el planeta. Según un informe del Centre for Economic Policy Research (CEPR) el beneficio de este acuerdo podría alcanzar los 119.000 millones de dólares al año para la UE y los 95.000 millones para los EE.UU.

Un primer juicio a este acuerdo entre ambos bloques económicos puede hacerse en positivo en el sentido de que sin duda contribuirá a mejorar el equilibrio de poderes con un continente asiático que en no mucho tiempo puede superar a la UE y a EE.UU. en población, PIB, gasto tecnológico y por supuesto, gasto militar. La eliminación de barreras arancelarias y sobre todo de las no arancelarias ( en forma de barreras normativas, laborales, medioambientales…) permitirá sin duda un incremento de la productividad y el crecimiento tal y como señala un informe del BBVA fechado en diciembre de 2013, logrando así fortalecer la economía de los países miembros en el tratado.

Fuente: Real Instituto Elcano

Fuente: Real Instituto Elcano

Sin embargo, el secretísmo con el que se están llevando a cabo las negociaciones para la aprobación del TTIP están provocando que cada vez sean más las voces que expresan el temor a que este tratado finalmente sea la puerta de entrada a una liberalización generalizada de servicios que en Europa están en este momento en manos del sector público y que son universales como es el caso de la sanidad. Este parece ser el contenido de una serie de documentos confidenciales sacados a la luz por parte de eldiario.es, en los que por otro lado llama la atención la posibilidad de que los servicios financieros y la banca queden fuera del acuerdo.

Otra de las críticas que se hacen a este acuerdo es la posibilidad apuntada por un estudio del Austrian Foundation for Development Research de que se pierdan en la UE entre 430.000 y 1.100.000 empleos fruto de la deslocalización hacia los EE.UU. como consecuencia de los menores costes sociales existentes al otro lado del Atlántico.

La filtración de los documentos relativos a las negociaciones secretas que están llevando a cabo el Departamento de Comercio y la Comisión Europea han puesto en alerta a numerosas organizaciones y fuerzas políticas, quienes ven en este acuerdo un intento de reedición del malogrado Acuerdo Multilateral de Inversiones de 1998, un acuerdo que no llegó a aprobarse debido a las importantes protestas que se sucedieron a nivel mundial para evitar su entrada en vigor.

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Entre las consecuencias que se señalan como negativas del TTIP destacan las que se refieren a la eliminación de normas que derivarían en un incremento del poder de las multinacionales por encima de los propios estados, la posibilidad que se brindaría a las empresas de escoger y eliminar las normas que les pudiesen perjudicar gracias al Consejo de Compensación Regulatoria que prevé el tratado, la eliminación de restricciones a la actividad de las empresas que trabajan en el sector financiero, la eliminación de importantes normas de protección de los consumidores o el impacto negativo sobre los derechos laborales. Todo ello sin olvidar que la creación de un Mecanismo de Resolución de Controversias entre Inversores y Estados que permitiría que las grandes empresas denunciasen a cualquier poder público si consideran que las normas aprobadas por ellos afectan a sus beneficios presentes o futuros.

En estos momentos acaba de terminar la sexta ronda de negociaciones entre EE.UU. y la UE, sin embargo no parece que la aprobación final del tratado esté cerca. Las críticas al mismo han provocado que muchos gobiernos pidan que algunos de sus puntos más controvertidos sean eliminados del texto final ( Alemania pidió la eliminación del mecanismo de resolución de disputas ISDS) mientras que la Comisión abrió una consulta pública en abril para recoger las propuestas e inquietudes de los ciudadanos hacia el TTIP. El recién elegido presidente de la Comisión prometió ante los miembros del Parlamento Europeo que el acuerdo con los EE.UU. no sacrificaría las normas europeas en materias como la salud, la seguridad, la protección social o los datos. Sin embargo, el secretismo con el que se llevan a cabo las negociaciones no ofrecen un panorama alentador . Habrá que esperar.

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Crítica y elogio de la política exterior de Obama.

En las últimas semanas el mundo parece haberse vuelto un poco más inestable de lo que suele ser habitual. A la desastrosa situación en Ucrania se han unido en poco tiempo el complicado panorama que se dibuja en Iraq con la toma de parte del país por parte de los islamistas radicales del ISIS (Estado islámico de Iraq y el Levante) y la desesperante, por recurrente, oleada de violencia en territorio palestino.

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En medio de este panorama tan poco halagüeño, han sido muchas las voces tanto dentro como fuera de los EE.UU., que han criticado el papel del Presidente Obama por el papel pasivo y poco decidido de su política exterior. De hecho solo un 34% de los norteamericanos apoya al presidente en este aspecto de su mandato, tal y como pone de manifiesto una encuesta realizada el pasado mes de junio por parte de The Economist/YouGov.

Destaca entre las críticas la que hizo Robert Kagan mediante un ensayo titulado «Las superpotencias no se jubilan» en el que describe al presidente Obama como el presidente de un país que se vuelve hacia dentro, lo que amenazaría el orden global y más de 70 años de precedente de sus antecesores en el cargo. En su ensayo Kagan pide a Obama que se resista al anhelo aislacionista de los estadounidenses y retome una política exterior más decidida y vigorosa. Es decir, más intervencionista, algo muy en la línea de los realistas estadounidenses, de los que Kagan es uno de sus principales exponentes.

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Frente a esta visión sin embargo encontramos posturas en las que lejos de criticar al presidente Obama se alaba su visión comedida de las relaciones internacionales. Entre ellas destaca la del profesor Joseph Nye, padre de la teoría del poder blando, quien en una artículo titulado «Obama el pragmático» señala como positivo el cambio experimentado por el discurso de Obama en política exterior. Así de los primeros discursos en los que el presidente hablaba de transformar las relaciones internacionales hacia un concepto más democrático y justo, se ha pasado a una visión más pragmática que, si bien para algunos como Kagan es signo de aislacionismo, en realidad es un ejemplo de restricción y mesura, de visión a largo plazo.

«En un contexto tan complejo e incierto, la prudencia es esencial, y una acción audaz basada en una visión grandiosa puede ser extremadamente peligrosa. Esto es lo que los defensores de una estrategia más muscular para las revoluciones de hoy en Oriente Medio suelen olvidar», destaca Nye, quien pone de relieve cómo presidentes que pusieron en marcha políticas exteriores más «transformacionales» como Wilson, Kennedy, Johnson o Bush no consiguieron resultados más efectivos.

Obama sabe que el poder de los EE.UU tiene límites, y sabe que, como recoge una entrevista de Marc Bassets al antiguo consejero de seguridad nacional de Carter, Zbigniew Brzezinski, los EE.UU. no pueden aspirar a ser potencia hegemónica sino que «deben conformarse con intentar reducir, en cooperación con otros países, los riesgos que entrañan los nuevos desequilibrios internacionales«. Vivimos en un mundo de claroscuros, sin respuestas claras, por eso Brzezinski elogia a Obama por ser más consciente que sus antecesores de los límites del poder estadounidenses. «Actuar de una manera que esté divorciada de las realidades complejas que dominan el mundo probablemente signifique actuar de una manera más peligrosa«.

Para finalizar, una pregunta que queda en el aire. En uno de los momentos de la entrevista, Brzezinski argumenta que el caos actual de este orden global tan políticamente activo no es producto de un solo país, como tampoco lo es el orden. ¿Deberían los lideres europeos tatuarse esta frase en la piel?

 

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Siria, un ejemplo de “Lose-Lose situation”

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Existe en el ajedrez una posición conocida cono Zugzwang (del alemán Zug, la jugada, y Zwang, coacción, obligatoriedad) que se da cuando cualquier movimiento implica la obligación de realizar una jugada que provoca empeorar su situación, y de forma particular perder la partida.

Ésta parece ser la posición de Obama en estos momentos en el tablero en el que se está desarrollando la macabra partida de la guerra de Siria. La administración estadounidense parece estar condenada a lo que en la Teoría de los Juegos se conoce como “Lose-Lose situation”, es decir, una situación en la que nadie gana, pues la anunciada intervención militar, por limitada que sea, no va a beneficiar ni a EE.UU, ni por supuesto a las partes implicadas en el conflicto.

En primer lugar, el Presidente Obama no cuenta con el aprobación de la población norteamericana, tal y como muestra la encuesta de Reuters/Ipsos de la semana pasada. Y tampoco cuenta con el apoyo de muchos de los más importantes analistas, que insisten en la necesidad de evitar las presiones y recabar el apoyo legal de la ONU o en su defecto el de la más amplia cantidad de miembros de la comunidad internacional. Ejemplos de esta postura son John Cassidy en New Yorker o Carol Giacomo en el New York Times. En el caso de Cassidy éste añade un argumento a tener en cuenta como el de la necesidad de investigar a fondo el origen del ataque químico. Para el columnista del New Yorker cuesta encontrar las razones por las que Bachar Al Assad utilizaría estas armas en una zona que ya controla y en un momento en el que parecía que sus esfuerzos para acabar con los rebeldes empezaban a dar sus frutos.

Pero quizás el argumento que más debería tener en cuenta Obama, y junto a él los muy activos Hollande y Cameron, es el que expone Adam Luttwak en el New York Times en un artículo titulado “En Siria, EE.UU. pierde si cualquiera de las dos partes gana.”  El primer escenario que plantea Luttwak es el de una victoria del régimen de Al Assad, lo que indirectamente supondría un aumento del poder de Irán y su milicia Hezbollah en la región, algo no sólo inaceptable para Obama, sino para el conjunto de Oriente Próximo y particularmente para Israel. El segundo escenario es el de la victoria de los grupos opositores, cada vez más dominados por grupos de extremistas, lo que convertiría a Siria en un nuevo foco de terrorismo internacional desde el que Al Qaeda podría seguir actuando.

Vistas las dos opciones, lo que señala como la mejor de las alternativas para EE.UU es la de intentar que las partes en el conflicto lleguen a una situación indefinida de empate, o volviendo al leguaje ajedrecístico, que se produzcan unas “tablas”. De esta manera Obama lograría neutralizar a cuatro de sus enemigos (Al Assad, Irán, Hezbollah y Al Qaeda) en una guerra entre ellos que evitaría ataques contra EE.UU o sus aliados. Y para ello el autor recomienda armar a los rebeldes cuando parezca  que las fuerzas de Assad  avanzan y que dejen de suministrar a los rebeldes si realmente parecen estar ganando.

El propio Luttwak reconoce que es trágico y lamentable que esta sea la mejor opción posible, pero en el mismo dilema se encuentra el pueblo de Siria. A nadie se le escapa que en caso de que Al Assad venza los sunníes van a pasarlo muy mal en el futuro, y que en el caso de que sean los sunníes los que se impongan, la minoría alauita, los drusos o los cristianos solo van a tener como opción la huida del país. (Para ver las dificultades de tipo étnico y religioso que plantea el conflicto sirio dejo este artículo del Washington Post)

Esta podría ser la estrategia elegida por Obama si decide iniciar una serie de ataques limitados y a distancia, la de desgastar al régimen sirio para evitar que se imponga sobre los rebeldes pero sin dar a estos la posibilidad de imponerse. No parecen quedarle  a los EE.UU muchas más opciones, salvo la de una intervención a gran escala sobre terreno sirio, algo descartado  no solo por la falta de apoyo o la escasez de recursos económicos, sino porque las experiencias de Irak y Afganistán han hecho comprender a los americanos que no se debe poner en marcha una guerra si no se está absolutamente convencido de que se va a ganar.

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Mi discurso para Chris Christie elegido finalista de Promesas Electorales 2013

El pasado día 21 de junio el jurado del Certamen Promesas Electorales 2013 me otorgó el segundo premio (ex aequo) por el trabajo presentado en la categoría de discurso. Ni que decir tiene lo inmensamente feliz que me hace este reconocimiento. Aunque en estos momentos no puedo dedicarme en cuerpo y alma a lo que más me gusta, es decir, la política, las relaciones internacionales y la comunicación; este premio supone para mí un acicate para seguir intentando desarrollar mi carrera en este ámbito.

Promesas Electorales es un proyecto puesto en marcha por Xavier Peytibi, Francesca Parodi y Juan Víctor Izquierdo, quienes a través de Beers & Politics y Archivo Electoral buscan dar a conocer a gente apasionada por la comunicación política y permitir el nacimiento de lazos de cooperación entre que todos los que estamos interesados por este mundo.

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El objetivo de este año era presentar una propuesta de campaña para el electorado latino de Florida de las elecciones primarias del Partido Republicano de 2016, del candidato Chris Christie. Más concretamente, en la categoría de discurso se pedía el desarrollo, justificación estratégica y creativa del discurso de inicio de campaña, con especial incidencia en la población latina, y el cierre del debate principal de campaña.

De este modo presenté mi trabajo en el que se contenía un discurso titulado “Un nuevo Liderazgo para América” y que aquí dejo por si alguien está interesado en leerlo.

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Muchas gracias de nuevo a los organizadores.

UN NUEVO LIDERAZGO PARA AMÉRICA

Buenas noches amigos, buenas noches a todos. Muchas gracias por haberos reunido aquí conmigo en esta noche tan especial. Muchas gracias por el interés y la pasión con la que me habéis recibido.

Debo admitir que no estaba muy seguro de cuál iba a ser la acogida. No dejo de pensar en el hecho de que me estoy dirigiendo a todos vosotros para pediros algo muy importante, lo más importante para un político que quiere liderar un país tan excepcional como el nuestro: vuestra confianza. Y digo que no estaba muy seguro porque estaréis de acuerdo conmigo en que para un tipo de New Jersey, de padre irlandés y madre siciliana, acudir a solicitar la confianza de alguien que no se llame Tom, John o Joe no es lo más habitual.

Sin embargo, cuando me decidí finalmente a presentarme para ser el candidato republicano para las próximas elecciones hubo una decisión que de repente tuve muy clara: el arranque de mi campaña debía ser aquí, en Florida, rodeado gente tan variada, con orígenes diversos y sensibilidades muy distintas. Ese es precisamente el público que quiero que hoy escuche lo que deseo decir, un mensaje sencillo y a la vez potente: los Estados Unidos van a volver a liderar y para ello necesitamos del esfuerzo de todos.

El pasado año fue un año complicado para todos. Las elecciones de noviembre fueron una dura lección para los republicanos de todo el país. Nuestro mensaje no llegó a muchos porque nos empeñamos en pensar que había gente a los que por definición no les iba a gustar. Y no es así. Os aseguro que no es así.

Hay mucha gente deseando cambiar el rumbo de esta gran nación y que quiere que contemos con ellos. Hay muchos americanos hartos de ver como desde Washington se juega con su futuro y el de sus hijos y que quieren echar una mano. Pues bien, hoy comenzamos un nuevo camino, hoy tomamos un nuevo sendero, menos estrecho que los anteriores. Ya nadie tiene que quedar atrás, hay espacio para todos y todos podéis y debéis participar en el trayecto.

Ese es mi deseo, que este gran partido se deje ayudar por todos aquellos que quieran acabar con la falta de liderazgo y con la política errática del gobierno actual. Y para eso tenemos que evitar los radicalismos. Tenemos que ser firmes en nuestras ideas, pero admitiendo siempre todo aquello que nos haga mejorar como país.

Dejadme deciros algo. Hoy aquí en Florida, viendo las caras de muchos de vosotros, me doy cuenta de que estamos empezando a hacerlo bien.

Los republicanos nos hemos dado cuenta de la importancia que tiene que nos pongamos a trabajar todos para sacar adelante aquellos proyectos que nos definirán como país en el futuro. Y el ejemplo más evidente es el de la reforma migratoria. No puede tratarse de un proyecto demócrata o republicano, debe ser un proyecto del conjunto del país para conseguir que más de once millones de personas se unan a este maravilloso sueño hecho realidad que supone el ser ciudadano americano.

Muchos de vosotros lo sabéis porque lo habéis vivido en vuestro entorno o por vuestra propia experiencia. No tiene sentido que millones de personas que llegaron a nuestro país buscando oportunidades para ellos y para sus familias solo puedan contribuir al bienestar común desde las sombras. Es injusto aceptar los beneficios que supone el trabajo de toda esa gente y no permitir que ellos se beneficien de lo que sería una justa recompensa: la de poder llegar a ser ciudadanos de pleno derecho.

Por eso estamos dando lo mejor de nosotros para lograr que el Congreso apruebe cuanto antes una reforma equilibrada y justa de las leyes de inmigración.

Y que nadie se equivoque. No queremos que se abra la frontera a cualquiera. Todo lo contrario. Queremos que las fronteras estén aseguradas para que solo puedan entrar en nuestro país aquellos que lo merecen. Pero una vez hecho esto, debemos asfaltar y pintar un camino que permita establecerse legalmente en Estados Unidos a los millones de inmigrantes que ya viven y trabajan aquí.

Amigos y amigas. Por desgracia, aún hay gente en Washington que piensa que el deseo de llegar a acuerdos es una muestra de debilidad. Pues dejadme que deje clara una cosa. Es todo lo contrario, y yo lo he comprobado como gobernador de New Jersey en estos años logrando numerosos acuerdos con mis rivales políticos en temas tan fundamentales como la educación o el control del déficit. En nuestra capacidad de negociación tenemos una de las más poderosas muestras de liderazgo, algo que hace falta en Estados Unidos desde hace ya muchos años.

Necesitamos ser capaces de llegar a acuerdos con otros. Así evitaremos la sensación de parálisis y desgobierno que se hizo evidente mientras debatíamos asuntos cruciales para nuestro futuro como la reducción del déficit o la deuda.

Tenemos que abandonar la idea de que tenemos que sacar el máximo en cada negociación, más cuando desde el otro lado están deseando poner luz sobre nuestras rigideces para así sacar tajada y disimular su propia intransigencia. Estoy convencido de que el partido republicano ejerce su liderazgo de manera más evidente cuando no se deja atrapar por el oportunismo político y es capaz de difuminar los límites ideológicos en favor del conjunto de la nación.

No podemos permitirnos aparecer como los culpables de que miles de estadounidenses se vayan a ver privados de unas ayudas y unos servicios a los que tenían derecho cuando han sido otros los que han llevado al país a esa situación por su empeño en hacer del estado un monstruo que no se puede sostener.

En días como éste no dejo de pensar en la figura de uno de los más grandes Presidentes que ha tenido este país: Ronald Reagan. Él fue el ejemplo más perfecto del liderazgo americano que yo quiero recuperar para este gran partido y para esta gran nación.

Nadie como él supo encarnar la idea de que liderar un país implica decir la verdad a los ciudadanos sobre los obstáculos que aparecen en el camino.

Nadie como Reagan ha encarnado la idea de que liderar un país supone hablar claro a los ciudadanos de la dificultad para solucionar los problemas a los que nos enfrentamos.

Nadie como él ha demostrado que liderar un país implica en ocasiones quitarse el corsé de la ideología para llegar a acuerdos con nuestros rivales que beneficien a la mayoría. Porque cuando se gobierna no hay demócratas ni republicanos, solo hay americanos.

Nadie como Reagan ha demostrado que el liderazgo es la esencia del buen gobierno, porque sin liderazgo no es posible hacer frente a los desafíos ni hallar la solución a los problemas.

Y digo que en días como este me acuerdo del Presidente Reagan porque desgraciadamente llevamos sufriendo desde 2004 la ausencia en la Casa Blanca de un verdadero líder. Ha sido frustrante ver como desde allí se pretendía hacernos creer que el buen gobernante era el que no contaba la realidad de los problemas, el que no molestaba a los ciudadanos con verdades incomodas. No amigos, el buen gobernante es el que reconoce a sus ciudadanos como adultos y el que describe la realidad por muy difícil que sea esta, porque esa es la única manera de solucionar los problemas, afrontándolos con sinceridad y determinación.

Sin embargo no hemos contado con un líder, y ello nos ha llevado a dar la imagen de un país sin gobierno, incapaz de llegar a acuerdos en asuntos fundamentales para su futuro. Esa falta de liderazgo nos ha llevado a perder una parte importante de nuestra capacidad de influencia en el exterior. Esa falta de un líder en el Despacho Oval nos ha llevado por el camino de la indecisión en materia económica, lo que se traduce en un menor crecimiento y en más desempleo.

Por todo ello estoy esta noche aquí con vosotros. Porque quiero pediros vuestra confianza para poner en pie un nuevo liderazgo.

Estados Unidos necesita un Presidente capaz de mirar a los problemas de frente, transmitir la realidad a los americanos y plantear soluciones. Ese es el trabajo por el que se paga a un Presidente.

  • Hay problemas graves como el del déficit o la deuda que necesitan alguien decidido a reformar de verdad nuestro sistema de impuestos y de ayudas.
  • Tenemos que contar a los americanos que el problema del desempleo solo se resuelve si damos seguridad a quienes tienen un negocio, si les decimos cuáles van a ser las reglas del juego y cuanto deberán aportar al conjunto de la sociedad.
  • Debemos encontrar la forma para que un mayor control sobre la venta de armas no suponga un ataque al derecho constitucional que tenemos los americanos de poseerlas para defendernos.
  • Hay que ser capaces de explicar que nuestro futuro no está garantizado si no somos capaces de hacer que nuestro sistema educativo vuelva a ser un ejemplo para el mundo. Y eso, amigos, solo se consigue premiando a los profesores que mejor hagan su trabajo con nuestros hijos y facilitando a los padres la libre elección de los colegios.
  • Y no pasa nada por explicar a los ciudadanos que para poder seguir liderando en el mundo no podemos estar en todos los escenarios. Debemos mantener nuestra presencia en el exterior, por supuesto, pero hay que elegir bien en qué asuntos nos vamos a involucrar fuera de nuestras fronteras para poder así reservar el máximo de fuerzas para resolver los problemas que tenemos dentro.

Estados Unidos necesita un nuevo liderazgo, y ese liderazgo solo puede venir de nosotros, de los republicanos. Es necesario poner al frente a alguien que defienda nuestros principios esenciales, aquellos que hablan de libre empresa, de individualismo, de esfuerzo recompensado y de valores familiares. Yo me siento preparado para ello, por eso os pido vuestra confianza.

Estamos iniciando el camino que nos permitirá contemplar ese nuevo liderazgo en la Casa Blanca. Con vuestra ayuda estoy seguro de que seremos capaces de transmitir al conjunto del país que el Partido Republicano ha vuelto para comenzar una nueva época de esplendor.

  • Un partido republicano consciente de la necesidad de contar con todos y cada uno de los que habitan esta gran nación,
  • un partido republicano alejado de los extremismos y dispuesto a hablar con todos para lograr el bien común.
  • Un partido republicano fiel a sus raíces, sí, pero consciente de la necesidad de modernizarse para poder responder a las demandas de una sociedad moderna como la norteamericana.
  • En definitiva, un partido republicano capaz de satisfacer los deseos de gente como vosotros, distintos unos de otros, con vuestras vidas, con vuestros problemas particulares, con vuestras propias visiones, pero todos unidos cuando se trata de lograr lo mejor para la comunidad a la que pertenecéis.

Hoy es el día, amigos y amigas. Hoy es el día para recuperar el control de este gran partido y para ponernos en marcha. Que nadie tenga dudas de que lo vamos a lograr porque somos un gran partido, precisamente el que necesita este gran país. Humildemente os pido vuestra confianza, os pido que os unáis a mí y a todos los que creemos que hoy iniciamos el camino hacia una nueva América, hacia una mejor y más prospera América.

Muchas gracias a todos, que Dios os bendiga y que Dios Bendiga a América.

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La oposición sigue viva en Irán

La victoria del moderado Hasan Rohaní en las elecciones presidenciales del pasado fin de semana ha supuesto, sin duda, la apertura de una pequeña rendija a la esperanza en cuanto a las posibilidades de reconducir las relaciones de Irán con el resto del mundo.

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Como apunta Ángeles Espinosa en El País , Rohaní no es un aperturista radical, ni mucho menos, y es de todos conocido que la figura del Presidente tiene un poder relativamente reducido frente al Líder Supremo de la Revolución, el Ayatollah Ali Jamenei. Sin embargo no se puede despreciar el hecho de que el Presidente Rohaní puede establecer un nuevo tono en la política iraní y tomar medidas que lleven al país por sendas algo diferentes a las previstas inicialmente por el Líder Supremo.

Las elecciones en Irán han deparado sorpresas que van más allá de la elección de Rohaní como nuevo Presidente. En primer lugar, tras las maniobras de 2009 para arrebatar el poder a los reformistas y dárselo a los más radicales del régimen de los ayatollahs, nada auguraba que la participación fuese a ser tan amplia. Y es que, aunque el dato oficial del 75% de participación no es del todo fiable, son muchos los observadores que han puesto de manifiesto la alta participación en los comicios, algo que a la larga ha dado la victoria a Rohaní.

En segundo lugar, el pobre resultado obtenido por los representantes del ala más dura del régimen, y más en concreto el antiguo negociador Saeed Jalili, ha significado un severa crítica tanto hacia el Ayatollah Ali Jamenei como hacia el presidente saliente Mahmud Ahmadinejad, por sus pobres resultados en las negociaciones con Occidente a propósito del programa nuclear iraní.

Este decepcionante resultado de los radicales demuestra también que el bloqueo económico llevado a cabo por los Estados Unidos ha producido un importante grado de insatisfacción en la población iraní sobre la situación del país. Así mientras que la política monetaria llevar a cabo por Ahmadineyad ha provocado un incremento de inflación de más del 30%, las sanciones norteamericanas han provocado que los bienes de importación alcancen precios prohibitivos para una población cada vez más empobrecida.

Es posible que los halcones de Washington echen de menos a Ahmadineyad, quien acostumbraba a hacer declaraciones a medio camino entre la bufonada y la amenaza. Pero si algo parece claro tras las primeras declaraciones del nuevo presidente, es que éste dará mucho mejor imagen de Irán, lo que reducirá la vulnerabilidad del país hacia la hostilidad internacional. El nuevo presidente prometió durante la campaña una diplomacia más efectiva hacia occidente y el público iraní parece haber comprado tal mensaje y no el más radical de Jalili.

En el mismo sentido el nuevo presidente ha prometido una mayor transparencia hacia lo que él llama el programa nuclear pacífico iraní, dirigido a la producción de combustible para los reactores nucleares generadores de electricidad.

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Como no, Siria también ha sido objetó de debate durante la campaña. Rohaní ha dicho que quiere que el presidente Al-Assad celebre elecciones abiertas en 2014. Aunque esto no significa pedir la retirada de Al-Assad no sería descabellado pensar que se trata de abrir una puerta a la salida del presidente sirio, teniendo en cuenta que las posibilidades del líder sirio de ganar en tales elecciones serían remotas.

En cuanto a las relaciones de Irán con el resto de países de la región, como señala Alexandra Sandels en un articulo en Los Ángeles Times el nuevo presidente iraní ha señalado que su deseo es mejorar las relaciones con estos, especialmente con Arabia saudí. Sin embargo también ha manifestado su intención de mantener el apoyo a los derechos de la mayoría chiíta en Bahrein, un punto de fricción entre el Irán chiíta y los países suníes del Golfo.

La nueva presidencia iraní acaba de echar a andar y aún es pronto para evaluarla. Sin embargo, lo que si está claro es que la elección de Rohaní, como señala Farnaz Fassihi en The Wall Street Journal es expresión del hartazgo de la población iraní tras ocho años de confrontación con la comunidad internacional, bloqueo económico y aislamiento internacional. Hay que esperar para ver de que manera conviven radicales y reformistas en este nuevo Irán, pero lo que es evidente es que la oposición, a pesar de todo, aún sigue viva en Irán.

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Dimitir no es un nombre ruso

Corren tiempos difíciles para los políticos, no sólo en España, también en otras partes del mundo. La crisis económica y social iniciada en 2007 ha tenido como resultado, entre otros muchos, una clara desafección de la ciudadanía hacia la política y hacia las personas que dicen representar a los ciudadanos.

Y es precisamente ahora, como si de una tormenta perfecta se tratara, cuando numerosos casos de corrupción, o de simple incompetencia, salen a la luz, lo que con razón empuja a los ciudadanos a pedir dimisiones. Unas dimisiones que no llegan, aumentando la indignación de una ciudadanía que ya ha hecho suyo un lema tan divertido como descriptivo: «Dimitir no es un nombre ruso».

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Sin embargo, cuando todo parecía perdido, el Papa Benedicto XVI anunció ayer que el próximo 28 de febrero dejaría el Pontificado, un hecho que ha revolucionado de forma evidente no sólo al Vaticano, sino al conjunto de la comunidad internacional.

Esta dimisión, con ser poco habitual,por supuesto no es la única dimisión importante que podemos encontrar en la historia de la política internacional. Echando la vista hacia atrás podemos encontrar dimisiones que han provocado convulsiones dentro y fuera de los países en los que se han producido.

Quizás el caso más significativo en los últimos años fue el de la dimisión Richard Nixon en 1974 por su implicación en el caso Watergate. Pero Nixon no fue el unico miembro de su gabinete que tuvo que dejar el cargo. Un año antes, su Vicepresidente, Spiro T. Agnew, fue procesado y condenado por un caso de evasión de capitales y blanqueo de dinero, por lo que tuvo que renunciar a su cargo.

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Esta dimisión supuso la aplicación por primera vez en la historia de los EE.UU. de la 25 ª enmienda de su Constitución  que obliga a que el nuevo vicepresidente elegido, en aquel caso Gerald Ford, debe ser confirmado por la mayoría de las dos Cámaras del Congreso.

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En tiempos más recientes, aparte de las dimisiones para optar a la presidencia como fueron los casos de Clinton, Bush u Obama, podemos mencionar el caso del antiguo gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer. Este antiguo Fiscal General de Nueva York consiguió hacerse famoso por posicionarse cerca de las clases más humildes y de los pequeños inversores frente a los ejecutivos de Wall Street. Sin embargo su situación se hizo insostenible cuando se descubrió en 2008 que había contratado los servicios de una prostituta de lujo. Por ello presentó su dimisión en marzo de 2008, un hecho que fue calificado por cierto sectores del Partido Republicano como una derrota de la ideología que Spitzer representaba.

Más ejemplos de dimisiones impactantes encontramos en Europa. En Francia, el Presidente De Gaulle presentó su dimisión cuando salió derrotado tras el referéndum para la reforma constitucional planteado en 1969.

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En 1990, el entonces Viceprimer Ministro británico, Geoffrey Howe, hizo patentes sus diferencias con la Primera Ministra, Margaret Thatcher, en lo relativo a la política del gobierno del Reino Unido hacia la moneda común. Esta renuncia fue un factor decisivo para explicar la posterior salida de la Dama de Hierro del 10 de Downing Street, toda vez que la autoridad de ésta dentro del Partido Conservador se había visto seriamente comprometida.

Tampoco el de Howe fue un caso excepcional en la política británica. Así, en 2003 los desacuerdos a propósito de la participación del Reino Unido en la guerra de Iraq llevaron a la dimisión de Robin Cook, entonces ministro portavoz en la Cámara de los Comunes, lo que supuso un dirigió golpe para la política de Blair, quien vio como dentro de sus propias filas se producían numerosos conatos de rebelión.

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Casos menos espectaculares fueron la renuncia del Primer Ministro albanés Shali Berisha en 1997 tras descubrirse la implicación del Gobierno en el escándalo de los fondos piramidales que llevaron a la ruina a miles de albaneses atrapados en esta estafa; o la renuncia de Edvard Shevarnadze en 2003 como Primer Ministro de Georgia tras las protestas enmarcadas dentro de l que se llamó » La Revolución de las Rosas».

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Finalmente, no podemos acabar sin mencionar casos que han sacudido la política latinoamericana, como la renuncia del Presidente paraguayo Raul Cubas en 1999 por su implicación en el asesinato del Vicepresidente Luis Maria Argaña, la del Presidente Fernando de la Rua en 2001 tras los disturbios provocados por la terrible crisis económica en la que se vio inmersa Argentina o la dimisión del Presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003 tras las protestas contra su política económica encabezadas por quien dos años más tarde ocuparía su puesto, Evo Morales.

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Evidentemente estos son sólo unos pocos casos en los que un político ha tomado el camino de la dimisión, en unos casos por su propia iniciativa, en otros ayudado por sus conciudadanos. La cuestión es saber en qué punto la iniciativa ajena es la que desencadena los acontecimientos.

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Música en campaña. Una de errores garrafales.

Cuando oigo a Wagner, me entran ganas de invadir Polonia” Esta cita del genial Woody Allen es un ejemplo perfecto de cómo la música es uno de los motores más eficaces a la hora de generar emociones de todo tipo, incluidas aquellas que nos llevan a la toma de decisiones de tipo político y electoral.

Como recoge Albert Medran en su blog, Ted Brader, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Michigan, señala en su libro Campaigning for Hearts and Minds: How Emotional Appeals in Political Ads Work que ¨la música ni completa ni sustituye el mensaje verbal, pero afila su efectividad alterando como se recibe el mensaje

Así lo han entendido desde hace muchos años políticos y directores de campaña. No hay campaña electoral que no utilice la música como complemento para apelar a las emociones de los potenciales votantes, bien apelando a sentimientos positivos como el optimismo o la ilusión por el cambio, bien apelando a lo contrario, al miedo para desincentivar el voto hacia el candidato del otro lado.

En un excelente post de Xavier Peytibi sobre música y campañas electorales podemos ver cómo desde mediados del SXIX en Estados Unidos los candidatos se han servido de la música para acercarse a los votantes y hacerse reconocibles propiciando la identificación de determinadas canciones con esa opción política concreta. Uno de los ejemplos más utilizados es el de Harrison en 1840 con la canción ¨Tippecanoe and Tyler Too¨

Ejemplos más modernos son el inolvidable ¨Don´t Stop¨ de Fleetwood Mac utilizado por Bill Clinton en su campaña de 1992 o el sublime video realizado por el líder de los Black Eyed Peas utilizando el eslogan “Yes we can” de Obama en 2008.

Sin embargo, no todos los políticos aciertan a la hora de elegir las canciones para sus campañas. Las razones de una mala elección son varias, aunque podemos resumirlas en dos principales: no contar con el permiso de los autores de la canción elegida para usarla en la campaña y no haberse dado cuenta de que la letra de la canción no acompaña al mensaje o al candidato. O ambas cosas a la vez, como cuando Ronald Reagan en 1984 eligió “Born in the USA” como canción de campaña. Su equipo eligió este tema sin contar con el permiso de Bruce Springsteen y sin darse cuenta de que lejos de ser una canción en la que transmitía “un mensaje de esperanza”, el Boss lo que hacía era poner en evidencia las miserias del sistema americano encarnadas en las dificultades por las que estaban pasando muchos veteranos de la guerra de Vietnam.

Esa utilización de una determinada canción sin el permiso de sus autores ha supuesto importante patinazos en muchas campañas. A nadie se le escapa que la imagen de un candidato contra el que se interpone una “cease-and-desist request” sufre ante el electorado. Y en esto los Republicanos en Estados Unidos son unos verdaderos expertos: Tom Petty, Jackson Browne, Twisted Sisters o Rage Against the Machine son sólo algunos ejemplos de músicos que han pedido a políticos republicanos que dejasen de usar su música para sus campañas.

Del mismo modo podemos encontrar numerosos casos en los que el equipo electoral ha hecho una desastrosa elección de la música de campaña por no haber prestado atención a la letra de la canción.

Son de nuevo los republicanos quienes se llevan la palma a la hora de meter la pata de este modo. Por ejemplo, durante varios años el GOP acompañó los actos electorales de G.W.Bush, Sarah Palin y John McCain con un tema de Van Hallen titulado “Right Now” hasta que alguien se dio cuenta de que el álbum que contenía la canción se titulaba ¨For Unlawful Carnal Knowledge¨, un título que era una clara referencia a la sodomía y cuyo acrónimo no casaba demasiado bien con los valores familiares que predicaban los republicanos.

Más cerca de nosotros tenemos el caso de la campaña de Angela Merkel en 2005. En aquella ocasión el equipo de campaña cometió no sólo el error de no pedir permiso a los Rolling Stones para usar su canción ¨Angie¨, sino que tampoco prestó mucha atención a lo que decía la letra. Y es que no parece que convenga mucho a tus intereses que en cada acto electoral se repita la siguiente estrofa: “With no loving in our souls, and no money in our coats/You can’t say we’re satisfied…/All the dreams we held so close seemed to all go up in smoke/…Ain’t it time we said goodbye?”

Y no puedo terminar este post sin hacer mención, no sin una sonrisa, a uno de los mayores despropósitos a la hora de elegir una canción de campaña. Durante una década Berlusconi ha estado haciendo campaña con un tema titulado ¨Gracias a Berlusconi¨ y cuyo video, repleto de mujeres ligeras de ropa, podría suponer en estos días una de las principales pruebas de cargo contra el inventor del Bunga-Bunga. Juzguen ustedes mismos.

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La reforma migratoria en EE.UU. y el cambio de estrategia republicano

Este martes, el Presidente de los EE.UU. dió el pistoletazo de salida a lo que sería, sin dudarlo, uno de los principales logros del conjunto de su mandato: una completa reforma del sistema de inmigración que permitirá la regularización de más de 11 millones de personas. Once millones de personas que viven y trabajan en la ilegalidad dentro de la democracia más importante del planeta y que vieron sus expectativas frustradas en la legislatura anterior al no conseguir Obama siquiera poner en marcha sus planes para esta reforma.

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El acuerdo alcanzado veinticuatro horas antes en el Senado por parte de cuatro senadores demócratas y cuatro republicanos sirvió como adelanto para el discurso que hoy ha pronunciado Obama en Las Vegas anunciando la puesta en marcha de las negociaciones en el Congreso.

Pero más allá del ámbito de la reforma migratoria, esté acuerdo entre los que se conocen ya como «la Banda de los Ocho» tiene una especial importancia porque podría poner al descubierto un viraje estratégico en la posición mantenida por los Republicanos en los últimos años.

Como señalaba el lunes Doyle McManus en este artículo en Los Ángeles Times, el GOP está tratando de suavizar sus posturas en varios asuntos en los que hasta ahora el Tea Party había sido capaz de imponer sus tesis radicales. Uno de estos temas es ahora el de la inmigración, con figuras tan prominentes como Marco Rubio o Paul Ryan defendiendo la necesidad de sacar de las sombras a los millones de inmigrantes que viven irregularmente en su país. Y es que no se puede olvidar que en las dos ultimas elecciones los latinos han mostrado, incluso màs que en elecciones anteriores, que se trata de un colectivo que mira hacia los republicanos con recelo. Siendo un 10% del total del electorado, esta abrumadora tendencia hacia el voto demócrata empieza a preocupara a los republicanos, quienes ven que cada vez son más las minorías ( gays, afroamericanos, mujerea, latinos…) que se alejan de ellos.

Sin embargo, no todos piensan que este cambió de parecer por parte de los senadores republicanos vaya a ayudar a recuperar mucho del voto látino. Tanto el Washington Post como el británico The Guardian coinciden en señalar que por tradición y afinidad en lo social y en lo económico, los latinos votan a los Demócratas sin que sea el tema de la inmigración el que más les preocupa a la hora de decidir su voto.

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Esta importantísima reforma acaba de dar sus primeros pasos. No va a ser fácil que salga adelante, sólo hay que ver los antecedentes. El trámite en el Senado parece estar asegurado gracias al acuerdo anunciado el pasado lunes. Sin embargo tiene que pasar luego por la Cámara de Representantes, lugar en el que los miembros del Tea Party tienen muchas más opciones de imponer su criterio. Será aquí donde se pueda comprobar en qué medida el Great Old Party ha sido capaz de desligar las ataduras a las que le viene sometiendo el ala más radical de la derecha norteamericana.

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Discurso de Investidura de Obama

 

Dejo aquí la traducción del  discurso de investidura pronunciado hoy por Barak Obama en Washington.

https://www.youtube.com/watch?v=zncqb-n3zMo

 

¨Vicepresidente Biden, Presidente del Tribunal Supremo, miembros del Congreso de los Estados Unidos, invitados distinguidos y queridos conciudadanos.

Cada vez que nos juntamos para inaugurar una Presidencia, somos testigos de la perdurable fortaleza de nuestra constitución. Confirmamos la promesa de nuestra democracia. Recordamos que lo que nos une como nación no es el color de nuestra piel, ni los principios de nuestra fe, ni el origen de nuestros nombres.

Lo que nos hace excepcionales, lo que nos hace americanos, es nuestra lealtad a una idea expresada en una declaración hecha hace más de 2 siglos.

Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, que entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la felicidad.

Hoy continuamos este viaje sin fin para conectar el sentido de aquellas palabras con las realidades de nuestro tiempo. Pues la historia nos dice que mientras estas verdades pueden ser evidentes, nunca han sido aplicadas por sí solas; que mientras la libertad es un regalo de Dios, debe ser asegurada por Su gente aquí en la tierra. Los patriotas de 1776 no pelearon para reemplazar la tiranía de un rey por los privilegios de unos cuantos o por el gobierno de una mafia. Ellos nos legaron una República, un gobierno de y por, y para el pueblo, y confiaron que cada generación mantuviera a salvo nuestro credo fundacional.

Y durante más de doscientos años lo hemos hecho.

A través de sangre derramada por el látigo y por la espada, aprendimos que ninguna nación basada en los principios de libertad e igualdad podía sobrevivir siendo una mitad libre y la otra mitas esclava. Nos reformamos y nos comprometimos a avanzar juntos. Juntos, determinamos que una economía moderna requiere de vías y carreteras que agilicen el comercio y los viajes; escuelas y universidades para formar a nuestros trabajadores.Juntos, hemos descubierto que un mercado libre solo prospera cuando existen reglas para asegurar la competencia y el juego limpios. Juntos, resolvimos que una gran nación debe cuidar a los vulnerables y proteger a su pueblo de las amenazas y los infortunios. 

Pese a todo, jamás hemos renunciado a nuestro escepticismo ante una autoridad central, ni hemos sucumbido a la idea ficticia de que todos los males de una sociedad los puede curar el gobierno por si solo. Nuestra celebración a la iniciativa y a la empresa, nuestra insistencia en el trabajo duro y en la responsabilidad personal, son constantes en nuestro carácter.

Pero siempre hemos entendido que cuando los tiempos cambian, nosotros tenemos que cambiar con ellos; que la fidelidad a nuestros principios fundacionales requiere de nuevas respuestas a nuevos desafíos; que preservar nuestras libertades individuales, en última instancia, requiere de acciones colectivas. Porque el pueblo americano no puede satisfacer las demandas de hoy solo, al igual que un soldado  no pudo enfrentar las fuerzas del fascismo o del comunismo solo con mosquetes y milicias. Una sola persona no puede entrenar a todos los maestros de matemáticas y ciencias que necesitaremos para preparar a nuestros hijos para el futuro, o para construir carreteras, redes y laboratorios que aporten nuevos empleos y empresas a nuestras costas. Hoy, más que nunca, debemos hacer esto juntos, como una sola nación y un solo pueblo.

Esta generación de americanos ha sido puesta a prueba por una crisis que ha endurecido nuestra determinación y demostrado nuestra capacidad de recuperación. Una década de guerra está acabando. Una recuperación económica se ha iniciado. Las posibilidades de América son ilimitadas, pues poseemos todas las cualidades que demanda este mundo sin límites: juventud e impulso, diversidad y apertura, una infinita capacidad para el riesgo y un don para la reinvención.

Mis queridos americanos, nacimos para este momento y lo aprovecharemos siempre que lo hagamos juntos.

Porque nosotros, el pueblo, entendemos que nuestro país no puede tener éxito cuando a cada vez menos les va muy bien y a cada vez más apenas les da para sobrevivir. Creemos que la prosperidad de Estados Unidos debe descansar sobre los hombros amplios de una clase media en ascenso. Sabemos que Estados Unidos destaca cuando cada persona puede encontrar la independencia y el orgullo en su trabajo, cuando los salarios del trabajo honesto logran liberar a las familias al borde de la penuria. Somos fieles a nuestro credo cuando una niña que ha nacido en la pobreza más extrema sabe que tiene las mismas posibilidades de tener éxito como cualquier otro, porque ella es americana, es libre, y ella es igual, no sólo ante los ojos de Dios sino también ante los nuestros.

Entendemos que hay programas obsoletos que son insuficientes para las necesidades de nuestros tiempos. Debemos aprovechar las nuevas ideas y tecnología para rehacer nuestro gobierno, reformar nuestro código fiscal, reformar nuestras escuelas, y empoderar a los ciudadanos con las habilidades que necesitan para trabajar más, aprender más y llegar más allá. Pero mientras que los medios cambiarán, nuestro propósito perdura: seremos una nación que premia el esfuerzo y la determinación de todos los estadounidenses. Eso es lo que este momento demanda. Eso es lo que va a dar verdadero sentido a nuestro credo.

Nosotros, el pueblo, seguimos creyendo que todo ciudadano merece una cantidad mínima de seguridad y dignidad. Necesitamos tomar decisiones difíciles para reducir el costo de la atención médica y el tamaño de nuestro déficit. Sin embargo, rechazamos la creencia de que Estados Unidos debe elegir entre cuidar a la generación que construyó este país e invertir en la generación construirá su futuro. Porque recordamos las lecciones de nuestro pasado, cuando se vivieron largos años de pobreza, y los padres de un niño discapacitado no tenía adónde recurrir.

No creemos que en este país, la libertad esté reservada para los más afortunados, o que la felicidad lo esté para unos pocos. Somos conscientes de que no importa cuán responsablemente vivamos nuestras vidas, cada uno de nosotros, en cualquier momento, puede enfrentarse a perder su trabajo o adquirir una enfermedad repentina o que nuestra casa desaparezca en una tormenta terrible. Los compromisos que hacemos los unos a los otros a través de Medicare, Medicaid y la Seguridad Social, estas cosas no minan nuestra iniciativa, sino que la fortalecen. No nos convierten en una nación de temerarios; nos liberan para tomar los riesgos que hacen a esta nación grande.

Nosotros, el pueblo, todavía creemos que nuestras obligaciones como estadounidenses no son sólo para nosotros, sino para toda la posteridad. Responderemos ante la amenaza del cambio climático, sabiendo que el no hacerlo sería traicionar a nuestros hijos y a las generaciones futuras. Algunos podrán todavía negar el juicio abrumador de la ciencia, pero nadie puede evitar los efectos devastadores de los incendios arrasadores, ni de las severas sequías, ni de las tormentas más poderosas.

El camino hacia las fuentes de energía sostenibles será largo y a veces, difícil. Estados Unidos no puede resistirse a esta transición, tenemos que dirigirla. No podemos ceder a otras naciones la tecnología que creará nuevos trabajos y nuevas industrias, debemos reclamar su promesa. Así mantendremos nuestra vitalidad económica y nuestro tesoro nacional – nuestros bosques y cuencas, nuestras tierras de cultivo y nuestros picos nevados. Así es como vamos a preservar nuestro planeta, encomendado a nuestro cuidado por Dios. Eso es lo que va a dar sentido al credo que nuestros padres fundacionales una vez declararon.

Nosotros, el pueblo, seguimos creyendo que una seguridad y una paz duraderas no requieren de una guerra perpetua. Nuestros valientes hombres y mujeres uniformados, templados por las llamas de la batalla, son inigualables en habilidad y coraje. Nuestros ciudadanos, quemados por el recuerdo de los queridos que han perdido, conocen muy bien el precio de la libertad. El conocimiento de su sacrificio nos mantendrá siempre vigilantes contra aquellos que buscan hacernos daño. Pero también somos herederos de los que ganaron la paz y no sólo la guerra, aquellos que convirtieron a sus peores enemigos en los mejores amigos, y tenemos que traducir esas lecciones a este momento también.

Defenderemos nuestro pueblo y nuestros valores a través de la fuerza de las armas y el estado de derecho. Mostraremos el coraje para resolver nuestras diferencias pacíficamente con otras naciones, no porque seamos ingenuos sobre los peligros a los que nos enfrentamos, sino porque el compromiso puede deshacer las sospechas y el miedo de forma más duradera.

Estados Unidos seguirá siendo el ancla de alianzas fuertes en todos los rincones del mundo, y renovaremos aquellas instituciones que amplían nuestra capacidad para gestionar la crisis en el extranjero, pues nadie tiene una mayor participación en un mundo pacífico que su nación más poderosa. Apoyaremos la democracia desde Asia hasta África, desde las Américas hasta el Medio Oriente, porque nuestros intereses y nuestra conciencia nos obligan a actuar en nombre de aquellos que anhelan la libertad. Y debemos ser una fuente de esperanza para los pobres, los enfermos, los marginados, las víctimas de los prejuicios,  no por mera caridad, sino porque la paz en nuestro tiempo requiere el constante avance de los principios que nuestro credo común describe: tolerancia y oportunidad, dignidad humana y justicia.

Nosotros, el pueblo, declaramos hoy que la más evidente de las verdades, que todos somos creados iguales, es la estrella que aún nos guía; del mismo modo que guió a nuestros antepasados a través de Seneca Falls, y Selma, y Stonewall, del mismo modo que guió todos aquellos hombres y mujeres, conocidos y anónimos, que dejaron huellas a lo largo y ancho de esta gran alameda, para escuchar a un predicador decir que no podemos caminar solos, para oír a King proclamar que nuestra libertad individual está inextricablemente ligada a la libertad de cada alma en la Tierra.

Hoy es la tarea de nuestra generación llevar a cabo la tarea que los pioneros comenzaron. Pues nuestro viaje no estará completo hasta que nuestras esposas, nuestras madres e hijas puedan ganarse la vida de una forma equitativa a sus esfuerzos. Nuestro viaje no estará completo hasta que nuestros hermanos y hermanas gays sean tratados como cualquier otra persona ante la ley – porque si verdaderamente somos creados iguales, entonces seguramente el amor que nos juramos los unos a los otros también es igual. Nuestro viaje no estará completo hasta que ningún ciudadano se vea obligado a esperar durante horas para ejercer su derecho al voto. Nuestro viaje no estará completo hasta que encontremos una mejor forma de dar la bienvenida a los que luchadores y esperanzados inmigrantes  que aún ven en América una tierra de oportunidades, hasta que brillantes jóvenes estudiantes e ingenieros formen parte de nuestra población activa, en lugar de ser expulsados de nuestro país. Nuestro viaje no estará completo hasta que todos nuestros niños, desde las calles de Detroit hasta las colinas de los Apalaches hasta las tranquilas calles de Newtown, sepan que son cuidados y apreciados, y que siempre estarán a salvo de cualquier daño.

Esa es la tarea de nuestra generación, hacer de estas palabras, estos derechos, estos valores de la vida y la libertad, y la búsqueda de la felicidad, algo real para todos los estadounidenses. Ser fieles a nuestros documentos fundacionales no nos obliga a estar de acuerdo en todos los aspectos de la vida, no significa que todos vamos a definir la libertad exactamente de la misma manera, o seguir el mismo camino hacia la felicidad. El progreso no nos obliga a resolver siglos de debates sobre el papel de un gobierno a través de los tiempos – pero sí nos obliga a actuar en nuestro tiempo.

Ahora, las decisiones son nuestras y no podemos permitirnos un retraso. No podemos confundir el absolutismo por principio, o sustituir la política con el espectáculo, o que insultar tome el lugar de un debate razonado. Debemos actuar, sabiendo que nuestro trabajo será imperfecto. Debemos actuar, sabiendo que las victorias de hoy serán sólo victorias parciales y que corresponderá a los que estén aquí en cuatro años, y cuarenta años, y dentro de 400 años, impulsar el espíritu eterno, una vez conferido a nosotros en una sala prestada en Filadelfia.

Queridos conciudadanos, el juramento que he jurado ante ustedes hoy, como el mencionado por otros que también sirven a este Capitolio, fue un juramento ante Dios y ante nuestro país, no ante partido o facción. Y debemos ejecutar este juramento fielmente durante el resto de nuestro servicio. Pero mis palabras de hoy no son tan diferentes al juramento que toma un soldado cuando se inscribe para el servicio, o cuando una inmigrante cumple su sueño. Mi juramento no es tan diferente a la promesa que hacemos a la bandera que ondea por encima de nuestras cabezas y que nos llena el corazón de orgullo.

Estas son las palabras de nuestros ciudadanos, y ellas representan nuestra mayor esperanza.

Tú y yo, como ciudadanos, tenemos el poder de marcar el curso de nuestro país.

Tú y yo, como ciudadanos, tenemos la obligación de dar forma a los debates de nuestro tiempo – no sólo con los votos que emitimos, sino también con las voces que levantamos en defensa de nuestros valores más antiguos y nuestros ideales más perdurables.

Abracemos ahora, cada uno de nosotros, con deber solemne y enorme alegría, lo que es nuestro derecho innato. Con esfuerzo y propósito común, con pasión y dedicación, contestemos a la llamada de la historia y llevemos hacia un incierto futuro aquella preciada luz de libertad.

Gracias, Dios os bendiga y que Dios bendiga a estos Estados Unidos de América.¨

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